LOS PADRES DE ASUNTA RENUNCIAN a hacer uso del DERECHO A LA ÚLTIMA PALABRA

LOS PADRES DE ASUNTA RENUNCIAN a hacer uso del DERECHO A LA ÚLTIMA PALABRA

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23/10/2015 00:00
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Actualizado: 23/10/2015 00:00
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Los padres adoptivos de Asunta, Rosario Porto y Alfonso Basterra, renunciaron a hacer uso de su derecho a la última palabra, el derecho que tienen todos los acusados en los juicios a decir lo que consideren oportuno. En esta ocasión, optaron por el silencio, después de 18 días de juicio en la Audiencia Provincial de A Coruña, con sede en Santiago.

«Nada que decir», así de contundente se ha mostrado Basterra cuando el presidente del tribunal, Jorge Cid Carballo, le ha preguntado si quería decir algo antes de dar por concluido el juicio.

Momentos antes, su exmujer se había limitado a negar con la cabeza entre lágrimas a la misma pregunta.

Con este breve intercambio de palabras se ponía fin a las últimas tres semanas de juicio, en las que decenas de testigos y peritos han contado distintos aspectos relacionados con el fallecimiento de la menor.

El próximo lunes será el turno del jurado popular, que comenzará su deliberación para alcanzar un veredicto: culpables o no culpables; o culpable y no culpable.

ACTITUDES DE LOS PADRES

La última jornada del juicio, en la que se han presentado las conclusiones de las defensas, ha mostrado a Porto y a Basterra en los mismos papeles que las restantes sesiones y no ha dejado ningún intercambio de pareceres entre los acusados.

Así, la madre de Asunta ha permanecido durante todo el juicio en actitud llorosa y afectada, por momentos con la mirada perdida y gesto ausente. Vestida rigurosamente de negro, se ha llevado las manos a la cabeza y ha evidenciado su tristeza al oír hablar de detalles de la vida de Asunta y ha evitado en todo momento mirar las imágenes del cadáver.

En contraposición, Alfonso Basterra ha dado una imagen más fría, arrogante y, en ocasiones, altiva. Mirando su reloj, con las manos en los bolsillos o haciendo aspavientos -que han sido incluso criticados por parte del presidente del tribunal-, el acusado también ha permanecido en muchas ocasiones atento a los testimonios y han sido escasas las situaciones en las que se le ha visto emocionalmente afectado.

LAS ALEGACIONES DEL ABOGADO DE ROSARIO PORTO

El abogado defensor de Rosario Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, antes de llegar a ese punto, hizo el alegado de defensa ante el jurado popular.

El letrado ha sostenido que «no hay pruebas» ni «móvil» que vinculen con el crimen a la madre de Asunta y ha citado otros casos conocidos -como el Wanninkhof, el de Eva Blanco o el de Ciudad Lineal- para poner en duda las conclusiones de la investigación y decir que el verdadero asesino de la niña está «ahí fuera».

En sus conclusiones, Gutiérrez Aranguren ha descrito a una Rosario Porto a la que «se mancilló su honor sin derecho alguno» intentando «crear un ambiente hostil» contra ella cuando «no había ninguna prueba de cargo» y partiendo de «un error de bulto inicial» en la instrucción.

«Rosario Porto ya perdió todo lo que tenía que perder», ha dicho el letrado, que ha descrito que en prisión «no hace más que llorar» y ha dicho a los jurados que, «si la exoneran» de responsabilidad, su vida fuera de la cárcel «no va a ser un camino de rosas».

Frente a esta «falta de pruebas» y tras recordar la necesidad de preservar la «presunción de inocencia», el abogado ha recordado a los jurados el Caso Wanninkhof, en el que Dolores Vázquez fue condenada erróneamente por un jurado popular y después exonerada cuando se localizó al verdadero asesino.

Además, y aunque ha asegurado que no quiere «vincular el caso», ha mencionado al pederasta de Ciudad Lineal para recordar que también raptaba víctimas de origen asiático y les administraba lorazepam y ha hecho referencia al caso del crimen de Eva blanco, en el que el asesino se encontró 18 años después gracias a una prueba de ADN.

INVESTIGACIÓN DIRIGIDA

Para Gutiérrez Aranguren, la idea inicial de que «fueron los padres» no permitió analizar la posibilidad de implicación de otra persona.

«La investigación se centra en una línea determinada y se dejaron sin investigar otras vías que creemos que habrían arrojado un resultado más satisfactorio», ha apuntado.

En esta línea, y tras volver a criticar la coartada de la que dispone el hombre cuyo perfil genético fue localizado en la camiseta de la niña en Madrid, Aranguren ha señalado que la «memoria de Asunta merece más detenimiento, no tanta ambigüedad y dar con el culpable». «Hay alguien ahí, fuera, suelto», ha resumido.

Asimismo, ha recordado al jurado que «las garantías son fundamentales» y que el derecho a la presunción de inocencia, además de jurídico, es «ético». «Es mejor que haya una persona culpable en la calle que un inocente en la cárcel», ha incidido, para pedir después que «prescindan de perjuicios», ya que «los perjuicios rellenan aquello que no encaja».

PRIMERAS SOSPECHAS

Según ha contado el letrado, las «primeras sospechas se centran sobre Rosario» porque a la policía «le parece precipitada la denuncia», aunque ha defendido que los padres llevaban «desde las 19.00 horas sin saber nada de la niña» y estaban «francamente preocupados».

No obstante, el abogado no ha entrado a analizar la explicación a los repetidos episodios de sedación y ha atribuido a la depresión prolongada que padecía la madre las «lagunas de memoria» y la falta de información de estas situaciones, de las que «no fue advertida», ha asegurado.

También cuando denunció la desaparición de su hija Rosario Porto se encontraba en «situación de shock» y mostraba «problemas de memoria reciente», algo que provocó, ha defendido, que dijese que la niña había quedado en su domicilio y no en la calle, ya que «tenía plena convicción de que, cuando la niña pide volver a Santiago, es porque va a estudiar».

«RAYA LA SUBNORMALIDAD»

Gutiérrez Aranguren ha puesto en duda que un asesinato que la acusación considera «planificado» presente esta cantidad de indicios.

En este sentido, ha dicho que aspectos como llevar a la niña a clase con síntomas de sedación si efectivamente se ha drogado, quitar las alfombrillas traseras del coche pero dejar las de delante u olvidar las cuerdas junto al cadáver y en la casa de Montouto es «algo que raya la subnormalidad».

Asimismo, ha asegurado que si Porto llevase el cadáver de Asunta en el suelo del vehículo a su salida de Montouto «no se habría parado a hablar» con sus vecinos y los perros que estos estaban paseando, ha aventurado, habrían «ladrado».

El abogado ha evidenciado todas las pruebas practicadas que no han podido ser concluyentes, como la de la tierra o la de las cuerdas, ha asegurado que si la niña hubiese sido asesinada en la habitación de Montouto y «hubiese vomitado», este resto tendría que aparecer en alguna parte, y ha apuntado que «no hay ni siquiera un objeto compatible con la sofocación».

SIN MÓVIL

Otro de los puntos puestos de relevancia por el abogado defensor es la ausencia de móvil para el crimen. En este punto ha recordado que al inicio de la investigación se habló de un posible móvil económico a causa de la herencia de los abuelos, algo que fue después descartado.

«Como el tema del móvil de la herencia no cuajó, se buscó otro: una enfermedad mental de Rosario que justificase por si misma la posibilidad de cometer un hecho tan brutal», ha indicado Aranguren, tras lo que ha evidenciado que el peritaje psiquiátrico no incluye tal patología.

Sobre la posibilidad de que Asunta «le estorbase» a su madre, ha indicado que la «felicidad y complicidad» con su hija eran «absolutas», que era una niña «deseada» y a la que «potenciaba sus capacidades» con múltiples actividades. Tampoco ha dado credibilidad a la tesis de que Basterra colaboró en el crimen para retomar la relación. «¿Se imaginan recuperar la relación de la pareja matando a una niña?», ha preguntado.

HORA DE LA SEDACIÓN

En las conclusiones, Gutiérrez Aranguren ha puesto en duda el periodo fijado de la sedación durante la comida, dado que eso implicaría un «punto álgido» de síntomas «de dos a tres horas» y Asunta salió de casa de su padre andando a las 17.20 horas.

Al mismo tiempo, ha dado credibilidad a los testimonios que apuntan haber visto a Asunta con su padre a las 18.30 horas y sola a las 19.20 horas caminando por la ciudad y ha sostenido que la hora de la muerte se produjo después de las 20.00 horas que fijan los forenses. En este punto, se ha apoyado en la declaración del vecino de la pista que a  medianoche dijo no haber visto el cuerpo.

En caso de que la sedación se hubiese producido «en Montouto», el abogado ha expuesto la poca lógica de «matar a un hijo en la planta superior» de la vivienda, con la «dificultad» que implica «subirla sedada» y «bajarla de nuevo» para introducir su cadáver en el coche. En la habitación en la que todo se produjo, ha añadido, «no hay rastros».

Sobre el recorrido que Porto dice que realizó el día de la muerte de su hija, Aranguren ha rechazado que se produzca ninguna contradicción con las grabaciones de las cámaras y ha sostenido que la acusada «nunca hizo una aseveración firme de que había ido por allí», sino que estableció la ruta que «creía» haber realizado.

También ha apuntado que Porto tardó mucho más en regresar la última vez a Santiago que en la ida porque a las 21.00 horas el tráfico en la ciudad era más intenso. Si hubiese tenido que desplazarse hasta la pista forestal y «colocar» allí a la niña, ha aventurado, «no le habría dado tiempo».

LA ABOGADA DEFENSORA DE BASTERRA

Un buen padre que «amaba con locura» a su exmujer, Rosario Porto, y que el día 21 de septiembre de 2013 «se quedó sin nada», así es como ha descrito la abogada defensora de Alfonso Basterra, Belén Hospido, a su patrocinado en un emotivo alegato en el que ha apelado a la memoria de la niña y a la falta de «pruebas de cargo» para demostrar que el acusado participó en la sedación o muerte de su hija.

En la última jornada del juicio por el asesinato de Asunta Basterra, Belén Hospido ha dicho al jurado estar «plenamente convencida» de que Alfonso «no ha matado a su hija» y ha recordado la importancia de valorar la «presunción de inocencia» en un caso como este, que tiene «muchos misterios» y «nada contundente».

Hospido ha reiterado que «no existe prueba de cargo» contra su defendido y que, si se le acusa de haber estado la tarde del crimen en Montouto es porque «si no estaba en Teo no le cuadraban las cuentas al juez instructor».

La abogada ha considerado a su defendido víctima de las «conjeturas, impresiones e intuiciones» de una investigación que «no fue estricta y rigurosa» y en la que «no se trató a todo el mundo por igual».

COMPRÓ ORFIDAL

Alfonso Basterra «compró el Orfidal, es un hecho admitido», ha apuntado Hospido quien, no obstante, ha añadido que era «no para él, sino para Porto».

«Eso tiene que ser verdad, porque quien no compró nunca Orfidal fue Porto, que tenía dos cajas y que lo estuvo tomando todo el mes de agosto y parte del de septiembre», ha espetado.

No obstante, ha asegurado que su defendido «no estuvo haciendo acopio para dárselas a nadie» y ha realizado un cálculo de los comprimidos que Porto pudo tomar desde el 30 de julio, sumados a los 24 de los que todavía disponía a 27 de septiembre y que suman los 125 que admite haber adquirido en los meses anteriores a la muerte de la menor.

Alfonso Basterra «no tenía motivos para pensar que se estaba produciendo un hecho extraño», dado que no fue «alertado» de los supuestos episodios de sedación y habló con su exmujer de administrar un antihistamínico a la niña por su rinitis alérgica.

«Tal vez la niña no estaba bien, pero de ahí a poder asegurar científicamente que había tomado Orfidal hay un mundo», ha indicado Hospido en relación a los episodios de sedación que narraron varios profesores, aunque sin negar que los análisis del pelo dieron como resultado que había consumido cantidades periódicas de dos benzodiacepinas.

Aunque ha negado sugerir que Porto «haya hecho algo malo», la abogada de Basterra ha situado a la niña con su madre los días previos a no acudir en clase o acudir sedada y ha puesto en duda la declaración «no tan espontánea» de la profesora de violín a la que Asunta dijo que su madre daba «unos polvos blancos».

A mayores, ha expuesto que, su «uno está ensayando la muerte de una hija, llevarla a clase para que alguien pueda apreciar que la niña tiene unos síntomas es del género bobo».

EN CASA TODA LA TARDE

Belén Hospido también ha ratificado que Basterra pasó toda la tarde en la que desapareció y murió la niña en su casa y ha precisado que «tener coartada no es una obligación».

«La gente se queda en sus casas, pasa horas sin hablar con nadie», ha apuntado la abogada, que ha puesto en duda también el testimonio de la joven que dijo haber visto a su defendido con Asunta esa tarde en la calle. «No miente, dice lo que cree que vio, pero se equivoca de día», ha aventurado la letrada.

A mayores, «aunque Alfonso hubiese mentido y hubiese salido de casa», ha dicho, «sigue sin estar en Teo» y «sigue sin haberle dado el Orfidal». Con las pruebas sobre la mesa, ha destacado, no se pone de manifiesto que el padre viajase esa tarde a la casa de Montouto.

Belén Hospido ha mantenido que su defendido colaboró en todo momento con la instrucción y sólo comenzó a no facilitar datos a partir del cuatro de octubre y por recomendación de su letrada a raíz de las filtraciones que salían en prensa sobre el caso.

Para la letrada, las cuerdas de la casa y las de la pista forestal no tienen relación y el cadáver de la niña no podía estar en la pista desde las 21.00 horas, dado que concede total credibilidad al vecino que a medianoche no lo vio.

UN HOMBRE «ENGAÑADO»

La parte final de su alegado ha sido de especial emotividad.

En ella, Hospido se ha referido a Basterra como un hombre que «descubre después de 16 años de matrimonio feliz que la mujer a la que amaba con locura le ha engañado».

El matrimonio, ha recordado, le permitía «vivir con su hija en un entorno cómodo y adecuado», con sus «necesidades económicas cubiertas», y con el divorcio «pasa a ser un hombre solo».

Aunque el acusado «cumplía el perfil de amo de casa» que «sacrifica su carrera por la de su mujer y por su familia», Basterra «no pidió ni un euro» tras el divorcio y Porto «cambió la cerradura -de la casa familiar- al día siguiente».

«No fue fácil pasar de todo a nada», ha defendido la abogada, que ha asegurado que Basterra «estaba loco por ella» y, aunque hay testimonios que apuntan a comportamientos violentos con su exmujer, «nadie, absolutamente nadie, dice que haya sido mal padre».

Hospido no ve ningún interés por el cual Alfonso quisiese que su hija muriera, dado que era precisamente «lo que tenía en común» y que lo «vinculaba» con Porto. Por ello, ha destacado, el 21 de septiembre «se quedó sin nada».

Basterra se «juega» en este juicio, además de su libertad, el «poder llorar a su hija», el «no seguir viendo su vida privada publicada en la prensa» y el «poder llegar a investigar en algún momento quien es el autor de la muerte» de Asunta.

«Necesitamos que termine este proceso y que salgan absueltos para investigar la muerte de su hija e intentar rehacer su vida», ha apuntado Hospido, al tiempo que ha recordado que, si bien para muchos «Asunta empezó a existir el día que murió», para sus padres es «mucho más».

Finalmente afirmó que está confencida de que «el señor Basterra no ha matado a su hija», por lo que ha pedido la libre absolución de su cliente.

Lo que pemitirá, en su opinión, buscar a quien de verdad acabó con la pequeña; la misma idea que su compañero Gutiérrez Aranguren. EP. 

 

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