LOS INVESTIGADORES sospecharon de ROSARIO PORTO y ALFONSO BASTERRA por sus EXTRAÑAS CONDUCTAS

LOS INVESTIGADORES sospecharon de ROSARIO PORTO y ALFONSO BASTERRA por sus EXTRAÑAS CONDUCTAS

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05/10/2015 00:00
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Actualizado: 05/10/2015 00:00
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La diferencia entre el testimonio prestado por Rosario Porto y Alfonso Basterra y el resto de los testigos que han comenzado a desfilar por la sala de vistas es que los segundos están obligados a decir verdad. Los primeros, no. Y lo que explicaron al jurado popular es que vieron cosas extrañas que hicieron que se les encendiera el las alarmas, en especial a los investigadores.

El primero en sospechar fue el agente de la Policía Nacional que recibió la denuncia que interpusieron la noche del 21 de septiembre de 2013 por la desaparición de la pequeña Asunta.

El agente relató al jurado una observación que le hizo Basterra y que le dejó de piedra: “Me comentó que pensaba que la niña iba a aparecer fallecida, que esperaba que no fuera de agresión sexual y, que, por favor, no le dijese nada a Rosario para no ponerla nerviosa”.

Al policía le pareció muy “extraña” la rapidez que se dieron los padres para poner la denuncia “porque llevaba pocas horas” desaparecida. También le extrañó que la pareja pensara que era “una desaparición forzada” y no se planteaban otra idea.

El siguiente testigo, un guardia civil, relató que Rosario Porto no quería ir a la casa de Montouto, en el municipio de Teo, provincia de A Coruña, donde supuestamente murió la niña. El agente de la Benemérita contó que la acusada le dijo que prefería quedarse en el piso de Santiago por si “volvía Asunta”; se negaba a creer que el cuerpo encontrado fuera el de su hija.

Accedió, al final.

Cuando entraron por la puerta principal de la casa de Montouto, sobre las 5.55 horas del 22 de septiembre, Rosario Porto pidió ir al baño y “subió de manera ágil” escaleras arriba, donde estaban las habitaciones. Los agentes la siguieron.

La acusada eligió el baño de una habitación interior, donde trató de ocultar una papelera de mimbre que contenía una cuerda naranja idéntica a la que los asesinos habían utilizado para inmovilizar a la pequeña Asunta y transportarla hasta la pista de tierra donde fue encontrada.

Además de la cuerda, la papelera contenía una mascarilla EM y pañuelos húmedos de los usados para sonarse los mocos.

La conducta incongruente y nerviosa de Rosario Porto, que “contestaba a cosas que no le preguntaban” fue lo que atrajo el foco de la sospecha hacia su persona y hacia la de su marido, y provocó su detención posterior.

Los agentes explicaron al jurado que, antes de ser detenida, Rosario Porto no admitió en ningún momento que la niña hubiera ido con ella a Teo. Por el contrario, la madre adoptiva de la niña afirmó, antes de su arresto, que Asunta se había quedado en casa a las 19,00 horas haciendo los deberes, e incluso les mostró en la habitación los libros escolares de la niña “colocados en formad de abanico” para evidenciar que era sí como estudiaba.

Por otra parte, los testigos de la Benemérita aprovecharon para ratificar sus informes sobre el portátil “fantasma” de Basterra, que apareció en su casa después de tres registros. Según Basterra, siempre estuvo ahí. La Guardia Civil afirma lo contrario.

BASTERRA, LLAMADO AL ORDEN

Basterra, como suele ser habitual en muchos acusados, se pasó gran parte del juicio aspavientos y ruidos hasta el punto en el que el presidente del tribunal del jurado, el magistrado Jorge Cid, paró la vista y le advirtió que no le iba a permitir seguir “haciendo gestos de desaprobación”.

Uno de los puntos discordantes de esta sesión ha sido la visibilidad del cuerpo de Asunta en la pista forestal en la que fue localizada. Así, un vecino del lugar ha narrado que pasó ese día hasta en tres ocasiones entre las 23,00 horas y la medianoche por la pista sin ver el cuerpo y ha sostenido que no se encontraba allí.

Por el contrario, dos agentes han asegurado que era «imposible» ver el cuerpo en la zona sin luz artificial, dado que, aunque había luna llena, estaba a la sombra de un árbol.

Esta circunstancia estaría relacionada con la versión esgrimida por las defensas de los padres, ya que apuntan a que el cuerpo pudo haber sido dejado en la pista entre la medianoche y la hora en la que se localizó, pasadas las 1,00 horas, momentos en los que los padres estaban acompañados por la Policía.

UNA TESTIGO VIO A BASTERRA EN LA CALLE

Alfonso Basterra siempre ha negado que dejara el piso en el que vivía en Santiago la tarde de los hechos.

Una testigo, amiga de Asunta, contradijo con firmeza esa afirmación.

A todos los presentes sorprendió el testimonio sereno y firme de la joven, antigua compañera de Asunta en su clase de francés, que afirmó, sin género de dudas, que vio a Alfonso Basterra en compañía de su hija Asunta por una calle del centro de Santiago en la tarde que desapareció.

«Estoy segura de que eran ellos», apuntó en referencia a Alfonso y Asunta la joven, que tardó tres meses en dar esta información a la Policía en un primer momento porque creyó que no tenía relevancia y, una vez que conoció la versión del padre, por consejo de su madre, que intentaba «no meter» a su hija en el caso.

La testigo fue muy clara en afirmar sin género de dudas que eran Asunta y su padre las personas con las que se cruzó el día 21, entre las 17,00 y las 19,00 horas, en la intersección entre General Pardiñas y República del Salvador. 

El momento concreto lo fija un ticket de compra de unas zapatillas deportivas que adquirió junto con su novio inmediatamente antes de encontrárselos y que marca las 18.21 horas.

La abogada de Alfonso Basterra, Belén Hospido, incidió en el hecho de que la cámara de una gasolinera, en la salida de Santiago, grabó precisamente a Rosario Porto, supuestamente en compañía de Asunta, a esa misma hora.

Así, puso en duda que la niña pudiese haber viajado este trayecto en esos minutos.

No obstante, la joven no precisó si la hora que reflejaba el ticket era la real e indicó que el encuentro se produjo entre las 17.00 y las 19.00 horas. EP/CONFILEGAL. 

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