El Colegio de Abogados de Talavera de la Reina desmerece públicamente a los jueces españoles en la figura del juez decano
El Colegio de Abogados de Talavera de la Reina desmereció públicamente al juez decano, Fernando Presencia, durante el acto de celebración de la fiesta de su Patrona, la Inmaculada Concepción.
CARLOS BERBELL.
Sucedió ayer miércoles. En vez de colocarlo en la mesa presidencial, como le correspondía, fue desplazado a otro lugar. La decisión supuso un feo no al magistrado sino a toda la carrera judicial.
Una máxima en la Administración de Justicia y en las instituciones que componen este «sistema planetario» tan especial es que siempre hay que guardar las formas, al margen de los problemas de fondo que pudieran existir.
La decisión de la decana del Colegio de Abogados de Talavera, Marga Cerro, de desplazar al juez decano fuera de la mesa presidencial, donde le correspondía estar fue un error mayúsculo.
Porque al margen de las filias y las fobias, de las guerras partidarias y partidistas, de los conflictos personales que pudieran existir, por encima de todo eso, están las instituciones. La señora decana debería saberlo después de casi un año en el cargo.
El juez decano, Fernando Presencia, quien, por otra parte, es candidato a la Presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, no fue invitado como tal, como el año pasado.
Para decirlo más claro: la decana del Colegio de Abogados de Talavera de la Reina no invitó a la máxima autoridad de la Justicia en esa ciudad en el acto más importante de la institución en todo el año.
Invitó, eso sí, al fiscal jefe, olvidando su posición institucional, donde la neutralidad es obligada.
Presencia acudió porque se le invitó como titular del Juzgado de Instrucción número 2, pero él entendió que debía de ir no en esa guisa sino para cumplir con su papel institucional. Su posición como juez decano, como máxima autoridad y representante de la Justicia, de los jueces, en la ciudad, le obligaba.
No podía hacer otra cosa. Era el rol que le tocaba jugar, por desagradable que fuera.
Había que estar, y estuvo. Es en estas situaciones donde se miden las personas, donde se comprueba su madurez y saber estar.
Cuando ocurre esto, y de esto entiendo, la organización se adapta y le da a la autoridad que «inesperadamente hace acto de presencia» la importancia que se merece.
No fue ese el caso.
La mesa presidencial fue ocupada, protolocariamente, por Emilio Fernando Gutiérrez, secretario del Colegio, Jaime Ramos, alcalde la ciudad, Marga Cerro, decana del Colegio, Ángel Demetrio de la Cruz Andrade, fiscal jefe, y María José González, diputada primera y vicedecana.
A apenas cinco metros a la izquierda, en otro lugar, fue colocado Presencia, con el resto de sus compañeros. Un escalón más abajo.
Las autoridades reciben este nombre por lo que son y por lo que representan.
Y cuando se permite, como parece ser el caso, que las cuestiones personales afecten a este tipo de actos, la consecuencia es que se pierde la auctoritas que se posee y se bajan cuatro escalones en el respeto público.
Lo que ocurrió ayer en Talavera de la Reina no fue un desmerecimiento al juez decano sino a la toda la carrera judicial, en su persona.
Fue algo demasiado serio como para dejarlo pasar por alto desde las páginas de este periódico digital.
Para que conste en acta.
[[{«type»:»media»,»view_mode»:»media_large»,»fid»:»35348″,»attributes»:{«alt»:»»,»class»:»media-image»,»height»:»360″,»typeof»:»foaf:Image»,»width»:»480″}}]]
El juez decano fue situado a la derecha, con el resto de los jueces, como uno más y no como máxima autoridad de la Justicia en la ciudad, como se puede observar.
[[{«type»:»media»,»view_mode»:»media_large»,»fid»:»35345″,»attributes»:{«alt»:»»,»class»:»media-image»,»height»:»318″,»typeof»:»foaf:Image»,»width»:»480″}}]]
Plano general del juez decano con sus compañeros.
[[{«type»:»media»,»view_mode»:»media_large»,»fid»:»35344″,»attributes»:{«alt»:»»,»class»:»media-image»,»height»:»243″,»typeof»:»foaf:Image»,»width»:»376″}}]]
El juez decano en el acto del año pasado, 2014, en la mesa presidencial, junto al alcalde. Al otro extremo, el fiscal jefe.
