Doris Arias: “La Justicia Restaurativa está llamada a jugar un papel mucho más relevante en nuestra administración de justicia”
Doris Arias, la nueva presidenta de la Sala de Casación Penal de Costa Rica. Carlos Berbell/Confilegal.

Doris Arias: “La Justicia Restaurativa está llamada a jugar un papel mucho más relevante en nuestra administración de justicia”

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02/10/2014 00:00
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Actualizado: 11/6/2017 20:44
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Doris Arias Madrigal es magistrada de la Corte Suprema de Costa Rica. Es, además, la impulsora del exitoso programa de Justicia Restaurativa que está dando increíbles resultados en ese país. Una pequeña nación de 4,7 millones de habitantes que posee una Administración de Justicia que es una auténtica “rama judicial independiente”, muy diferente de la española.

Del Poder Judicial costarricense dependen, no sólo todos los edificios y funcionarios de la justicia, sino también el Ministerio Fiscal, la Defensa Pública –la versión del turno de oficio nuestro- y la Policía Judicial. En la cúspide de todo está la Corte Suprema, formada por 22 magistrados. Ellos administran el presupuesto de la Justicia. Nada tienen que ver en ello los políticos, que se limitan a aprobar esta partida cada año.

La magistrada Doris Arias, doctorada en España, tiene la marca de las personas llamadas a cambiar el mundo, para bien. Su apuesta por la Justicia Restaurativa, que ha demostrado ser más rápida, más eficaz, más barata y más satisfactoria para todas las partes, ahora ha sido elevada por otra apuesta superior: la de los tribunales de tratamientos de drogas. Todos la reconocen una capacidad de liderazgo innegable. Tiene objetivos, tiene resolución. Es organizada y sabe lo que quiere. Doris Arias es una figura a tener en cuenta en el tablón de ajedrez de la justicia latinoamericana.

¿Por qué una magistrada de la Corte Suprema de Costa Rica, especializada en lo penal decide interesarse, y apostar, por la Justicia Restaurativa? 

Realicé estudios doctorales sobre el tema y me parecía que el futuro estaba en buscar soluciones alternas a los conflictos. El sistema de justicia tradicional no puede dar los resultados que sociedades tan avanzadas como las actuales necesitan. Por esa razón decidí introducirme en nuevas formas de solución de conflictos como era la Justicia Restaurativa.

La gran novedad de la Justicia Restaurativa, frente a la justicia tradicional, es que coloca a la víctima frente a su agresor… Y funciona. Rodeados, eso sí, de psicólogos y trabajadores sociales y todas las garantías legales.  El agresor pide perdón a la víctima y la víctima perdona. ¿Qué le indujo a pensar que esto funcionaría?

Reflexioné mucho sobre el porqué las formas de solución tradicionales no habían funcionado. Teníamos que buscar algo que realmente lo hiciera. Había algunas experiencias de justicia restaurativa autóctonas de algunos países, como eran las de las tribus maoríes de Nueva Zelanda. También había funcionado en los Estados Unidos y en Canadá, en experiencias también de grupos autóctonos. Y me dije, si sociedades tan ancestrales habían logrado encontrar ese método que se requería para solucionar el conflicto, la vía tenía que ser esa. Y lo fue. A veces la respuesta más moderna está en la tradición.

La Constitución costarricense establece que el fin de la pena de prisión es la rehabilitación del condenado, como en la española. ¿La prevención que presta la Justicia Restaurativa puede considerarse una forma de rehabilitación?

Sí, es una forma de rehabilitar pero es algo más. Es restaurar. Vamos un paso más allá de la rehabilitación. Porque restauramos el tejido social dañado, restauramos a la víctima, que ha sido dañada, restauramos al imputado. Y también, lo más importante de la Justicia Resturativa, es que tiene en cuenta a la comunidad. También se restaura a la comunidad. Los daños que se han producido por el delito pueden ser reparados.

El programa de Justicia Restaurativa se aplica a lo que ustedes definen como «primarios», personas que han delinquido por primera vez. Son delitos castigados con menos de tres años de cárcel. ¿Entienden los condenados que lo que la sociedad les está dando es una segunda oportunidad? 

Les damos una nueva oportunidad, pero la Justicia Restaurativa no se aplica solamente en estos casos. Hay experiencias de personas que han pasado por las cárceles y, posteriormente, previo a los procesos de reinserción social, han ido a Justicia Restaurativa. Y los resultados han sido maravillosos también. Las personas, después de haber reflexionado y haber pasado por una prisión, se han dado cuenta de que hay un futuro. Que pueden cambiar sus proyectos de vida. Y creo que eso es lo fundamental de la Justicia Restaurativa, porque da esperanza al imputado. Porque puede plantearse un proyecto de vida futuro.

¿Eso explica el grado de éxito del programa: un 95 por ciento de cumplimiento por parte de los imputados? Porque si vuelven a delinquir ingresarían en la maquinaria de la Justicia ordinaria.

La Justicia Restaurativa se basa en un alto control de la persona pero también se basa en un alto apoyo. Tienen que cumplir una serie de medias alternativas en beneficio de la comunidad, y pagar una multa, de forma voluntaria. Medidas alternativas que tienen sus calendarios, sus horarios. Todo eso lo controlamos a rajatabla. Eso implica que, como toda obra humana, no sea posible que pueda haber un pequeño error. Es posible que haya personas que no cumplan el seguimiento que tienen que recibir. Sin embargo, a pesar de todo, las personas logran salir adelante y logran reinsertarse en la sociedad. Y usted lo ha dicho, el 95 por ciento de los imputados cumplen lo pactado en el “círculo de paz”. Se comprometen y lo cumplen. El grado de cumplimiento en la justicia ordinaria es mucho menor.

Según los estudios comparativos que han hecho ustedes, un caso de los que ustedes tratan en la justicia ordinaria costaría 9.803  $ y tardaría en resolverse 2 años; en el programa de Justicia Restaurativa el costo es de 600 $ y el tiempo de resolución entre un mes y dos meses. ¿No son suficientes datos como para que la Corte Suprema apueste a muerte por este programa? 

Las mentalidades están muy centradas en cumplir con los procesos adversariales, que posiblemente vayan a llegar a la prensa y a generar opinión pública. Hay que cambiar los paradigmas de pensamiento. Es necesario. Sin duda alguna hay que cambiar también esa mentalidad. Cambiando la mentalidad de los funcionarios, también se cambia la mentalidad de la Corte Suprema de Justicia, apostando por estos programas. Todo lleva su tiempo. Estoy convencida de que la Justicia Restaurativa está llamada a jugar un papel mucho más relevante en nuestra administración de justicia.

Cuando el agresor acepta la medida correctiva, la pena, esta suele ser de trabajos en beneficio de la comunidad y una multa importante. Ustedes cuentan con más de 100 empresas que colaboran en esto. ¿Les costó mucho convencerlas para que colaboraran?  

Todo lo contrario. Creímos que nos íbamos a encontrar con resistencia por parte de la sociedad civil para atender a personas, delincuentes primarios. Y fue todo lo contrario. Tuvimos una gran respuesta y una gran apertura por parte de la sociedad civil, sean estas organizaciones no gubernamentales o bien personas de sociedades anónimas sin fines de lucro. Ellos están dando un apoyo, un día sí y otro también a todas estas personas.

Cuando un imputado tiene que cumplir una medida de estas ustedes lo siguen hasta el final, no permiten que se pierdan en el camino…

El seguimiento es un acompañamiento, en realidad. Y el acompañamiento produce que las personas sientan que no están solas. La desconexión que produce el delito hace que estas personas muchas veces estén perdidas y no tengan un proyecto de vida. Cuando nosotros les seguimos les acompañamos y nos interesamos por la persona.

En la actualidad usted ha puesto en marcha un segundo programa dirigido a personas que han delinquido por primera vez por culpa del consumo de drogas. Un programa de tribunales de tratamiento de drogas. Con la misma metodología de la Justicia Restaurativa. ¿Tienen ya resultados?

Todavía no tenemos resultados específicos en el caso costarricense. Tenemos muchísimos resultados en los Estados Unidos y en México y en otros países, donde ha funcionado. Sólo en Estados Unidos hay 200 tribunales de tratamiento de drogas. Eso nos hizo pensar que en el caso costarricense  podría funcionar igual porque teníamos un vacío donde no estábamos atendiendo a personas consumidoras de drogas y la respuesta, en el caso costarricense, frente a la comisión de un delito era ir a la cárcel. Nos parecía que era muy fuerte cuando estas personas tenían un problema de salud pública y pensar que había posibilidades de solución distintas. Estoy convencida de que obtendremos los mismos resultados positivos que en Justicia Restaurativa.

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